Pero en vez de ayudarnos, inconscientemente caminábamos mas despacio, para no llevarnos nada puesto, y para no encontrar la salida hacia la luz, donde veríamos la realidad, al principio con ojos entrecerrados, por la molestia que nos produce, y luego claramente nuestras pupilas, al acostumbrarse, notaran el cambio, que ambas producimos, ya no queremos la luz, no la necesitamos mas, al contrario, seria mejor que nunca hubiese vuelto, pero, al buscar el switch para terminar con la claridad, no esta mas allí, desapareció y lo único que queda es buscarlo, cuanto antes.
El problema surge al comprobar que hay dos caminos, dos posibilidades y decidimos ir por separado, nos abrazamos y pactamos encontrarnos nuevamente allí, al regresar.
Confusas pero decididas emprendimos nuestro viaje, al dar los primeros pasos, me di cuenta que no seria tal fácil como lo pensé, estaré sola, tal vez cansada (porque no se cuanto tiempo tardaré en encontrarlo y luego regresar, o querer regresar) y sin poder ver los pasos que recorreré.
Todavía con la luz en mis ojos y al rededor, recorro un camino vacío, lleno de obstaculos que fui corriendo a un costado para que al volver no me impidan hacerlo, otros que no pude retirar ni mover, y sé, luego tendré problemas. Pero no me importó. Seguí adelante hacia lo desconocido, decidida no exactamente a hacer lo planeado, habiendo vivido cosas nuevas, sola, tal vez no quiera retornar.
Seguí caminando y conocí gente desesperanzada, buscando lo mismo que yo, pero ya hace muchísimo mas tiempo, cansados de buscar. A algunos los ayudé a levantarse y les dí ánimos para seguir, a otros tan solo les pregunté a dónde habían ido y por qué no seguían buscando y les dije que tal vez no habían mirado para el lado correcto.
Al continuar por ya un camino angosto, cada vez mas, me encuentro con una pared. No hay salida. Es una pared blanca, casi transparente diría. Ya sin esperanzas, cansada, me reclino hacia el muro, pero no hay tope, sino que resbalo y caigo hacia el otro lado.
Desconcertada, miro hacia atrás y no veo nada, para todos lados solo veo switchs, de luz, indicando estar en off. Miles, esperando ser encontrados. Pero entonces recuerdo. Yo venía para apagarlo, no a encenderlo. deberá estar por aquí, pensé. Busque, busque por rincones, pasadillos, mire hasta el techo, hasta que lo encontré, en una esquina, pintada de rojo, con un cartel que decía: "Primero, pensalo, luego, haz lo que quieras". Pero no lo pensé, lo apagué. En ese momento, sonó una alarma, y entró un hombre vestido con un sobretodo negro que le tapaba hasta la punta de sus zapatos de gamuza marrón y le estilizaban su ya robusta estructura, disimulando sus jeans apretados y su camisa rosa. Se acerca y me dice: -"Te felicito, haz apagado esa luz, pero no podrás volver. El otro camino y el tuyo acaban de separarse y no podrán volver a juntarse".
No dijo mas nada y se fue caminando, hacia una puerta, que dejo abierta, invitándome a pasar.
Un poco confundida y aturdida por lo que acababa de escuchar, me dirijí hacia allí, pensando y separando de la realidad mi inconsciente de mi cuerpo, comencé a correr, dejando atrás lagrimas de dolor y de miedo.